La odisea de vivir una pandemia.

Son pocos los recuerdos de la primer pandemia que viví, aquella del AH1N1. Recuerdo que las indicaciones eran muy similares a las que nos dan actualmente, evitar salir de casa, no saludar de beso o mano y lavar las manos constantemente. También recuerdo que alguien de mi casa enfermó a causa del padecimiento en cuestión y todo mi hogar entró en un aislamiento súper intensivo.

Supongo que en esta ocasión me toca vivir una pandemia siendo adulto, no tanto un niño como en aquel entonces, aunque siendo sinceros, sigo igual de

pendejo.

A lo que quiero llegar con esto es que: que putiza es enfrentar una pandemia como adulto.

Normalmente mi ingreso es en base a las sesiones de fotos que realizo: canceladas.

Mis clases: canceladas.

El cine, del cual soy amante: cerrado.

Los bares, mi adoración: cerradisimos.

Y para terminarla de fregar, soy religioso, incluso eso me quitaron y tengo que conformarme con ver las misas por streaming.

Al menos aún tenemos Netflix.

Pero también soy un joven responsable (o al menos eso quiero creer) y comprometido con su familia (también lo quiero creer). Mi rutina cambió, sin embargo aun me permite salir a llevar a mi tía al trabajo para que mi abuelita no tenga que hacerlo. Esto me convierte en el IBM oficial de la familia. El mandadero pues, pa que me entiendan.

Y ese a grandes rasgos es un resumen, muy resumido de mi último mes, un estudiante sin clases desempleado que funge como repartidor de Uber Eats, solo que sin ningún ingreso... y poniendo mi vida en riesgo.

Solo espero que el siguiente semestre no cancelen la NFL.